miércoles, 24 de julio de 2013

ESPERANZA


                                                           ESPERANZA


Aquel día el mendigo fue algo más tarde a donar sangre al hospital.
Esta vez no le movía el interés. Sabía que no se llevaría el bocata de tortilla de costumbre, ni los diez euros que aquella ATS de ojos cándidos le daba disimuladamente, ni los repetidos consejos del médico de guardia sobre los perjuicios que el alcohol y el tabaco causan.
No.
Ese día sólo se llevaría la esperanza de que su sangre pudiera salvar alguna vida.

                                                                   FIN
J. Yébenes.-

Dedicado a las víctimas del accidente de tren de Santiago y a todos los que acudieron en su ayuda.

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